Los conciertos de la estrella del pop, que baten récords y abarcan toda su carrera, han dominado el verano del 2023 y suscitado una demanda a un nivel comparable con “la Beatlemanía”, en palabras de Billy Joel.
Cuando Taylor Swift llegó a Los Ángeles esta semana, el frenesí en torno a su Eras Tour —el cual ha batido récords— ya andaba a toda marcha. Los titulares no pararon de informar que Swift le había dado bonificaciones de 100.000 dólares a su equipo. Algunos políticos le pidieron que pospusiera sus conciertos en solidaridad con los trabajadores del hotel en huelga. Los boletos en reventa llegaron a costar 3000 dólares y más. Y hubo demasiados brazaletes de la amistad como para contarlos.
La gira de la superestrella del pop, que en la actualidad está culminando su etapa inicial en América del Norte con seis noches en el estadio SoFi en las afueras de Los Ángeles, ha sido un titán tanto comercial como cultural. El catálogo de Swift repleto de éxitos que definieron una generación y un astuto sentido del mercadeo la han ayudado a obtener un nivel de demanda candente y de saturación de los medios que no se veía desde el apogeo de Michael Jackson y Madonna en la década de 1980, un dominio que la industria del entretenimiento había aceptado en gran medida como imposible de replicar en el fragmentado siglo XXI. “Lo único con lo que puedo compararlo es con el fenómeno de la Beatlemanía”, aseguró Billy Joel, quien asistió al espectáculo de Swift en Tampa, Florida, con su esposa e hijas pequeñas. En un verano de giras de estrellas como Beyoncé, Bruce Springsteen, Morgan Wallen y Drake, la de Swift se destaca de todas las demás tanto en números como en ruido mediático. Aunque Swift, de 33 años, y sus promotores no informan públicamente las cifras de taquilla, la publicación comercial Pollstar calculó que Swift ha estado vendiendo alrededor de 14 millones de dólares en boletos cada noche. Para el final de la gira mundial completa, que ya está pautada con 146 fechas en estadios hasta bien entrado 2024, las ventas de Swift podrían alcanzar los 1400 millones de dólares o más, superando los 939 millones de dólares de Elton John, el actual poseedor del récord, con su gira de despedida que duró varios años. En la actualidad, Swift ha tenido más álbumes en el primer lugar del Billboard 200 en el transcurso de su carrera que cualquier otra mujer, superando a Barbra Streisand. Con esta gira, que promociona todo el catálogo de Swift, ha ubicado 10 álbumes en esa lista este año y es además la primera artista viva desde el trompetista y líder de banda Herb Alpert, en 1966, en tener cuatro títulos en el Top 10 al mismo tiempo. “Es una hazaña bastante sorprendente”, dijo Alpert, de 88 años, en una entrevista telefónica. “Con la forma en que la radio funciona en estos días, y la forma en que se distribuye la música, con las emisiones en continuo, no pensé que nadie en esta era pudiera hacerlo”.
Los swifties han documentado la corriente de admiradores famosos que han aparecido cada noche: Julia Roberts, el nuevo mariscal de campo de los Jets de New York, Aaron Rodgers, hasta incluso Flavor Flav de Public Enemy. Pero Swift también ha hecho de cada concierto un evento noticioso al agregar dos “canciones sorpresa”, a menudo con invitados que acaparan los titulares. El día de julio en que lanzó un video musical con Taylor Lautner, un exnovio, el actor salió al escenario dando una voltereta hacia atrás en Kansas City, Misuri, y le rindió un efusivo homenaje a Swift, “no solo por la cantante que eres”, dijo Lautner, “sino por el ser humano que eres”. La multitud demostró su aprobación con un rugido ensordecedor. El Taylorpalooza se extiende a todos los niveles de los medios noticiosos, los cuales comenzaron el ciclo de cobertura informando sobre el fiasco de emisión de boletos para ver a Swift en noviembre pasado, cuando los fanáticos (y bots de revendedores) colapsaron los sistemas de Ticketmaster, lo que condujo a una acalorada audiencia judicial en el Senado. Desde entonces, aparentemente ninguna perla de noticia relacionada con Swift ha escapado a la cobertura, desde las estrellas entre el público hasta rarezas como la sucedida en un concierto en Seattle donde, según un investigador, el suelo se estremeció con una intensidad equivalente a un sismo de magnitud 2,3. Los críticos de música han descrito el Eras Tour como una exhibición de Swift en la cima de su carrera como un talento masivo y conocedor de los medios, una estrella del pop con una habilidad especial para el gran espectáculo, así como el arte refinado de una compositora clásica. Shania Twain, la estrella del country pop cuya carrera de alguna manera prefiguró la de Swift, asistió al concierto en Las Vegas del Eras Tour, una producción de más de 44 canciones que puede durar hasta tres horas y media. Twain elogió el “hermoso equilibrio” de Swift entre la puesta en escena de alta tecnología y los segmentos íntimos. “Tengo que aplaudirla”, dijo Twain en una entrevista telefónica. “Como intérprete, conozco el trabajo que eso conlleva”. El poder del ejército de fans de Swift —y el miedo a molestar a la estrella, o incluso parecer hacerlo— ha mantenido positiva casi toda la información sobre la gira. Aunque algunos fanáticos (y padres) se quejaron de los precios de los boletos y los problemas para conseguir asientos, la mayoría de la frustración se dirigió directamente a Ticketmaster, no a Swift. Tras algunas semanas de titulares que vinculaban románticamente a Swift con un líder de una banda que algunos fanáticos consideraban problemático, se difundieron informes en las páginas de celebridades de que se habían separado. (Los representantes de Swift se negaron a comentar para este artículo). Para los fans, los conciertos son una peregrinación y un redescubrimiento de las alegrías de los encuentros masivos. Los vuelos están repletos de swifties, y los viajeros intercambian historias y comparan atuendos —extraídos de looks asociados con las “eras” de Swift— en los pasillos y estacionamientos de los estadios. En Kansas City, la comediante Nikki Glaser asistía a su octavo concierto de Swift, un compromiso que, según estimó, le ha costado 25.000 dólares. “Este año decidí no congelar mis óvulos”, dijo Glaser. “Voy a invertir ese dinero en lo que más amo en el mundo, que es Taylor Swift”.
Antes del Eras Tour, Swift no había salido de gira desde 2018. Su catálogo ha crecido con siete álbumes número uno desde entonces, impulsado en parte por tres regrabaciones “Versiones de Taylor” de sus primeros discos, un proyecto aclamado por los fans de Swift como una cruzada para recuperar el control de su música, aunque también es un acto de venganza tras la venta del antiguo sello discográfico de Swift, una acción que, según Swift, “me despojó del trabajo de mi vida”. Folklore y Evermore expandieron su paladar hacia el indie-folk fantástico y trajeron nuevos colaboradores al redil: Aaron Dessner de la banda The National y Justin Vernon, mejor conocido como Bon Iver, figuras del mundo del rock que ayudaron a atraer nuevos oyentes. La otra gran gira de este año que está atrayendo a los fanáticos para reservar vuelos transcontinentales e ir a los conciertos con atuendos y en estado de éxtasis, también es de una mujer: Beyoncé, de 41 años, cuya gira Renaissance es una fantasía de música disco y retrofuturismo. Al igual que Swift, también es una artista y empresaria pionera, que mantiene un estricto control sobre su carrera y fomenta una rica conexión con los fanáticos en línea. Junto con Barbie de Greta Gerwig, una crítica al patriarcado contada en color rosa intenso, son señales de mujeres poderosas que gobiernan el discurso de la cultura pop. Pero al menos en la música, la magnitud y el éxito de la gira de Swift no tiene igual. En unas semanas, tras completar 53 conciertos en Estados Unidos, Swift iniciará un itinerario internacional de al menos 78 shows más antes de regresar a Norteamérica el próximo otoño. La gira completa de Beyoncé tiene 56 fechas; la de Springsteen, 90. (Recientemente, Harry Styles terminó una gira de 173 fechas en arenas y estadios, recaudando alrededor de 590 millones de dólares). Afuera del Arrowhead Stadium en Kansas City, los fanáticos posaron para selfies y compartieron sus experiencias con la venta de boletos. Esmeralda Tinoco y Sami Cytron, ex hermanas de fraternidad de 24 años, contaron que habían pagado 645 dólares por dos asientos. Cerca de allí, Karlee Patrick y Emily DeGruson, ambas de 18 años y vestidas con disfraces a juego de ángel y diabla inspirados en una línea de la letra de “Cruel Summer” de Swift, estaban sentadas haciendo “Taylorgating” (nombre que le han dado los swifties a reunirse fuera de los estadios a escuchar el concierto) en el límite del estacionamiento; dijeron que habían pagado 100 dólares por el estacionamiento, pero que no tenían suficiente dinero para costear las entradas. Cuando terminaron los sets de los teloneros de Swift, la multitud corrió a ingresar al recinto. Glaser, la comediante, dijo más tarde que de los ocho conciertos a los que había asistido, sus favoritos habían sido aquellos en los que había llevado a su madre y la había convertido en una swiftie. “Todos están enamorados de ella”, contó Glaser que su madre le había dicho después de un concierto en Texas. “Ahora lo entiendo”.
Fuente: Articulo New York TimesRecorre cada una de las eras de Taylor Swift a través de su setlist:
Cada noche, Taylor interpreta dos canciones sorpresa. Estas cambian con cada show y han incluido temas de todas sus eras.